foto: Nasrin Mohebbian |
Vemos que a nuestros hijos no les está llegando lo bueno que nuestra educación tenía: las salidas al campo, todas las salidas en general, en nuestra época se salía bastante de la escuela par observar la realidad. La realidad de la "vida natural", las realidades sociales, se nos enseñaba que éramos unos privilegiados por el hecho de poder dedicar tanto tiempo a la formación, algo que nuestros padres no habían podido disfrutar. Y por otra parte, también vemos que tampoco les están enseñando lo bueno de las décadas de los 90 y 2000. Por aquel entonces la era tecnológica había llegado, pero sólo en algunos centros educativos disponían del equipamiento necesario y los profesores suficientemente preparados para enseñar todos aquellos avances y sus posibilidades. El sistema educativo se estaba quedando anquilosado y cuando se acometían reformas, tenían más que ver con contenidos ideológicos y morales que con la calidad de la enseñanza: ahora se eliminaba la asignatura de religión (católica) para dejarla como algo optativo y unos años después se cambiaba de nuevo. Ahora se eliminaba la asignatura de Filosofía, la de Latín y en general se le quitaban horas a las asignaturas de humanidades en beneficio de las asignaturas de ciencias, pero también en este punto existían influencias políticas e ideológicas. No se buscaba la calidad de la educación y a veces teníamos la sensación de que se pretendía justo lo contrario. Hoy tenemos la certeza y casi la prueba... De qué ha servido que estos aspirantes a buenos empleos en Quebec (región de Canadá con el 4% de paro) hayan estudiado "en catalán" ?? ahora necesitan aprender francés a marchas forzadas ¡!
Hoy, como comentan en este magnífico artículo de Yorokobu seguimos preguntándonos lo mismo. Hace años teníamos la sensación de que no se estaba enseñando conocimientos ni, lo que era aún peor, tampoco la forma de adquirirlos. Siempre hacíamos una broma con el tipo de enseñanza que se impartía en las autoescuelas: no se enseñaba a conducir eficazmente un vehículo; se enseñaba la forma de aprobar unos exámenes para conseguir la licencia para conducir. Hoy con la enseñanza tenemos la sensación de que "la educación dedica demasiado tiempo a conseguir alumnos expertos en aprobar exámenes para pasar de curso". Se les enseña a "chapar" a memorizar conocimientos pero no se les prepara para comprender el proceso de la vida, tal como proponía Jiddu Krishnamurti en su libro "El propósito de la educación". De lo contrario no tendríamos a tantos y tantos jóvenes haciendo cursos de postgrado, másters o con infraempleos (a veces verdaderos ejemplos de explotación) porque las compañías "aseguran que de la universidad no salen suficientemente preparados para ser productivos". Cómo es posible que nuestros jóvenes salgan de las universidades con un flamante título que dice que están acreditados para ejercer la disciplina que han estudiado y las empresas digan lo contrario ?? Los motivos pueden ser muy variados y el de aprovechar las ganas de los recién titulados por acceder al mundo laboral a cualquier precio es, sin duda, uno de ellos.
Quizá aún se esté tomando la escuela y el instituto como un lugar en el que tener entretenidos a los alumnos durante unos años ?? Quizá no se les estimula lo suficiente. Desde hace algún tiempo, "la revolución del aprendizaje" cobra protagonismo como respuesta a un sistema que necesita reinventarse urgentemente. El colegio, la universidad, las escuelas de negocio, van a tener que transformarse. Ya no se trata de una opción. Es algo inevitable. Porque, ¿qué pasa cuando se puede aprender más allá del aula, cuando uno mismo puede ser alumno y profesor a la vez, cuando se tiene la posibilidad de acceder a un mundo de conocimiento, y además está a tu alcance, y cuando —como ya decía Krishnamurti en su libro— los únicos límites te los pones tú?. La tecnología ha revolucionado prácticamente todos los ámbitos, y el de la educación está siendo testigo de cambios muy positivos. La personalización, el empoderamiento de los diferentes actores implicados, la accesibilidad, la colaboración, la cocreación y un sinfín de beneficios para que cada alumno pueda acceder a un aprendizaje más global, más holístico. Pero una vez más, la tecnología sin las personas no tiene sentido. Por eso el concepto Edupunk cobra un sentido mayor, porque el verdadero centro del proceso de aprendizaje, como apunta este concepto, corriente o incluso ya filosofía, son las personas y no la tecnología en sí misma.
Bien... quizá la mayoría (de los profesores y no tantos padres) ha llegado a comprender por fin eso que, desde hace años viene diciendo Sir Ken Robinson: "El sistema educativo es anacrónico", está desconectado de la realidad, no se adaptó a los cambios sociales que se han venido produciendo en los últimos 50 años ¡! Quizá muchos hoy entienden que "algo debe fallar en el nuestro sistema educativo cuando los jóvenes licenciados y hasta doctorados, no encuentran trabajo, no pueden dedicarse a la investigación porque cada vez hay menos dinero en los presupuestos del Estado para I+D; cuando comienzan a quejarse de la formación que recibieron y temen que no les abra la puerta del empleo, del desarrollo personal, de la independencia económica". Cuando se cuestionan que las universidades son lentas como elefantes y que no se da una formación integral. De esto precisamente habla Sir Ken Robinson en programa de la serie Redes y muchos otros expertos en educación piensan lo mismo. Nosotros escribíamos hace algún tiempo en otro post de este blog acerca de en que punto nuestras universidades habían perdido el rumbo, en el que analizábamos algo del pasado y nos preguntábamos por que la conexión de nuestras universidades y nuestras empresas era ten débil. O por qué no existía prácticamente la conexión efectiva entre nuestras universidades y nuestros institutos de forma que pudiesen darse casos como los de Mary Masterman, que construyó un espectrógrafo barato, pero eficiente, capaz de detectar las "huellas" de diferentes moléculas. Y lo logró a los 17 años porque en su país las universidades "abren sus puertas a los alumnos con capacidad para estar en un laboratorio de investigación independientemente de su edad o de que haya aprobado la selectividad".
O el caso de Samantha Garvey, una adolescente sin techo que fue semifinalista concurso cientifico de intel con una investigación sobre moluscos, pese a vivir en un refugio. O el de Ángela Zhang, otra jovencita que tampoco tenía edad para estar en la universidad pero que a los 17 años ganó el gran premio de Siemens AG en el área de Matemática, Ciencia y Tecnología tras crear una nanopartícula contra el cáncer. Cuando estudiaba en tercero de ESO fue a la Facultad de Medicina de Stanford y le pidió permiso a un profesor para usar su laboratorio de imagen molecular. El catedrático le propuso que fuera a sus conferencias, aunque le pareció demasiado joven para todo aquello; pero la realidad fue que un profesor de medicina en la universidad Stanford permite que una adolescente de 15 años que estudia secundaria, utilice su laboratorio de imagen molecular¡!. Otro caso que mencionábamos era el de Clara Lazen, una niña de 10 años que estaba experimentando con un juguete* para construir moléculas durante una tarea de clase, cuando se tropezó con una molécula de aspecto inusual. Su maestro Kenneth Boehr, intrigado, lo fotografió y lo envió a su ex-compañero de universidad Robert Zoellner, profesor de química en la Universidad Estatal de Humboldt, en California. Zoellner encontró que el producto químico era simple pero muy específico y nunca lo había visto antes. El producto químico tiene la misma fórmula que otro que figura en una base de datos en HSU, pero los átomos están dispuestos de manera diferente, lo que la califica como una molécula única. No existe en la naturaleza, por lo que tendría que ser sintetizado en un laboratorio, lo cual lleva tiempo y esfuerzo. Así que el amigo de Boehr, Robert Zoellner, escribió un artículo sobre el tetranitratoxycarbon (así llamaron a la nueva molécula), que se publicaría en la revista Química Computacional y Teórica, en el que Clara Lazen y su profesor Kenneth Boehr, figuran como co-autores. En España, con el actual Gobierno y su concepción de la educación (y del papel de la mujer en la sociedad), la maestra hubiese enviado una nota a los padres de Clara Lazen en la que se leería algo de este estilo: "Su hija tiene problemas de disciplina, no se adapta al currículo, se toma las clases como un juego y va por libre. Deben hablar con su tutor a la mayor brevedad...".
Sir Ken Robinson suele decir: "los que no están dispuestos a equivocarse nunca descubrirán algo original". También dice que en los últimos 50 años, ningún sistema de enseñanza de ningún país europeo ha dado suficiente importancia al estudio de las artes. Que los padres no animan a sus hijos a estudiar música, danza o deportes y que, además los test de inteligencia no contienen preguntas sobre estos temas. Y... después de todos estos ejemplos, de tantas y tantas conferencias, de tantos estudios serios que demuestran que la educación ha de ser flexible, que la enseñanza de las materias tiene que hacerse de forma que apasione a los alumnos. Después de esto llega al poder en España un gobierno que pretende hacer "otra" ley de educación, para favorecer a los centros de enseñanza privados, para intentar que la asignatura de religión (católica) sea de nuevo obligatoria. No quieren un aprendizaje capaz de irse modificando a medida que vamos avanzando. Que permita a los alumnos ir haciendo las conexiones de forma natural, que los mantenga con el interés y la motivación permanente por querer saber y aprender más. Un aprendizaje que les ayude a reflexionar, a ejercitar el pensamiento crítico en vez de enseñarles sólo a juzgar y a evaluar. Que considere, como dice Sir Ken Robinson y otros expertos, que la creatividad es igual de importante que las matemáticas. No buscan nuevos escenarios que requieran de compromiso, de exigencia y de voluntad por querer que las cosas cambien, se transformen y generen valor real para las personas. Que de a los alumnos libertad para aprender y a los maestros flexibilidad para enseñar. Muy al contrario, parecen convencidos de que en España hay demasiadas universidades y demasiada gente en ellas, quizá por eso están retirando fondos a la I+D hasta tal punto que los investigadores españoles han de pasar más tiempo buscando financiación para sus proyectos que trabajando ellos (algunos de los cuales ya llevan en marcha años...). Como comenta un excelente artículo de José A. Pérez al que titula muy acertadamente (echando mano de unos conocidos versos de Dante...): "Abandona toda esperanza"; en el que entre otras cosas, al hablar de nuestro Gobierno, dice: "Ya es oficial: España será el balneario de Europa. Hasta ahora era solo una posibilidad muy probable, pero la crisis ha despejado las últimas dudas. Nuestros representantes políticos han hecho sus apuestas, y ni la ciencia ni la tecnología figuran entre las cartas. Y por más que alguno se lleve las manos a la cabeza, por más que la revista Nature lo considere un suicidio para la investigación científica, nuestros gobernantes lo tienen claro: España será un país de servicios o no será". "Digámoslo claro: el Gobierno español no está apostando por una sociedad del conocimiento, sino por un modelo económico basado en la mano de obra. Un país de paletos sin formación que sirven copas y hacen camas a los chicos listos de Europa. La marca España se resume en un presidente que no habla inglés, una clase política corrupta y Almodóvar". "Científicos e ingenieros, diríjanse ordenadamente a la puerta de embarque. Investigación, desarrollo e innovación se han vuelto anglicismos. Se plantea otra reforma veraniega de la Constitución para incorporar el que inventen ellos al preámbulo. Abandona toda esperanza. Nuestros políticos ya lo han hecho".
rain is coming,
fear Him...
PC: Lo que si quiere nuestro Gobierno es la Ley Sinde/Wert pero, como dijo RMS, es nuestro deber pararla; hemos sobrepasado la mitad del BlackMarch y seguimos adelante: no compramos ni un disco, no descargamos ni una canción, no compramos ni un DVD, no descargamos ni una película, no vamos al cine, no compramos libros ni revistas, no compramos ningún videojuego. Esta es nuestra guerra, nosotros la declaramos ante las amenazas, insultos y coacciones de aquellos a los que hemos venido pagando por sus contenidos durante años. Y no acabará hasta que se arrepientan de sus actitudes. BlackMarch es sólo una pequeña gran batalla.
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