En el capítulo anterior conocimos algunos recursos para llevar a cabo una "revolución". Los métodos de Gene Sharp y su manual De la dictadura a la democracia; algunos enemigos a los que es mejor mantener alejados o mejor, informados de aquello que nos convenga que sepan y publiquen Los cínicos no sirven para este oficio...; las cosas que Aldous Huxley escribió para un futuro como este: "Los mayores triunfos de la propaganda se han logrado, no haciendo algo, sino impidiendo que ese algo se haga. Grande es la verdad, pero más grande todavía, desde un punto de vista práctico, el silencio sobre la verdad"; los consejos de Noam Chomsky para reconocer las estrategias básicas de manipulación que usan los medios de comunicación tradicionales y los errores cometidos en la pasada primavera.
Hoy debemos entrar un poco más en materia. Todo movimiento revolucionario ha de tener una inspiración filosófica (si es buena y profunda, mejor); también ha de tener un "líder" o varios...; no han de faltar los "aliados" y, por supuesto, ha de haber un fin. Un fin claro. Una meta que esté en la mente de todos y cada uno de los que hacen la revolución, sea cual sea su cometido en ella. Una de las carencias más notorias de los diversos movimientos que se llevaron a cabo en la pasada primavera, que comenzó el 15M; fue precisamente esa: que se trató de "varios movimientos que no tenían en común nada, más allá de la indignación de la gente que salía a las calles". Pero esa indignación partió de la propia gente y el nombre: "indignados" del título de un libro: Indignez-vous! (¡Indignaos! en castellano), del francés Stéphane Hessel (exdiplomático francés, excombatiente de la resistencia francesa internado en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial y uno de los redactores de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948). Ni siquiera nació de una estrategia organizada por ninguno de aquellos movimientos. Es decir, está bien que el nombre, "el emblema" saliese de este libro, pero hubiese estado mejor que la gente que salía a la calle, lo hubiese leído (muy pocos lo conocían) o que al menos, los que se postulaban como "representantes" tuviesen alguna base filosófica común, ya que no quisieron en ningún momento admitir ningún tipo de calificativo ideológico ni filiación política. Aunque es bien cierto que algunos la tenían. Es por tanto, necesario, que este tipo de movimientos han de tener una basa filosófica sólida y común. Algo de este estilo Un mensaje para el futuro En el año 1959 le preguntaron al conocido filósofo británico Bertrand Russell, ¿Qué piensa usted que valdría la pena decirle a esa generación sobre la vida que usted vivió y las lecciones que usted de ella aprendió? Y él respondió lo que podemos escuchar de su propia voz:
Me gustaría ver dos cosas: una intelectual y una moral. Lo intelectual que me gustaría decirles es esto: cuando estés estudiando cualquier tema o considerando cualquier filosofía, pregúntate a ti mismo únicamente: ¿cuáles son los hechos? ¿y cuál es la verdad que los hechos sostienen? Nunca te dejes desviar, ya sea por lo que tú deseas creer o por lo que crees que te traería beneficio si así fuese creído. Observa únicamente e indudablemente cuáles son los hechos. Eso es lo intelectual que quisiera decir. Lo moral que quisiera decirles es muy simple. Debo decir: El amor es sabio, el odio es estúpido. En este mundo, que cada vez se vuelve más y más estrechamente interconectado, tenemos que aprender a tolerarnos unos a los otros, tenemos que aprender a aceptar el hecho de que alguien dirá cosas que no nos gustarán. Solamente podemos vivir juntos de esa manera. Si vamos a vivir juntos, y no a morir juntos, debemos aprender un poco de caridad y un poco de tolerancia, que es absolutamente vital para la continuación de la vida humana en este planeta. No son necesarios muchos conocimientos de filosofía para entender lo que Bletrand Russell nos ofrece aquí sintetizado. Y además es deseable que los mensajes para el pueblo sean sencillos y claros. Russell fue durante una buena parte de su vida un "pacifista activo". Este rechazo por la violencia y las guerras le valió la cárcel durante la Primera Guerra Mundial y muchos problemas durante la segunda.
La claridad (y la clarividencia habla de un mundo cada vez más interconectado en 1959 ¡!) con la que exponía sus ideas también le causó bastantes problemas. Pero es un filósofo del que cualquier "revolución no violenta" puede echar mano. Beltrand Russell era un gran admirador de Baruch Spinoza y en la filosofía del holandés asentaba buena parte de los cimientos de la suya. Un estoico como Marco Aurelio. No estamos proponiendo que la base filosófica para los nuevos movimientos de la próxima primavera; porque, nadie dude de que los habrá; sea la de Russell. Se trata de ofrecer una idea clara de lo que se necesita. De lo que es imprescindible si se quiere que un movimiento esté cohesionado en torno a un pensamiento común que no tenga nada que ver con la política de partidos y poder seguir usando emblemas como: "no nos representáis" o el "#nolesvotes", si es necesario volver a echar mano de ellos. La idea es esa. Puede ser Russell o cualquier otro que encuentre encaje en el espacio común que existía en la primavera de 2011. Lo que no lleva a ninguna parte es que unos estén haciendo Reiki, otros Yoga y algunos una interpretación libre de la filosofía Hippy de la primavera del 68. Porque ya no estamos en mayo del 68... Y aquel movimiento sirvió en aquel momento. Las crisis que vivimos en el siglo XXI tienen otro signo, otras causas; aunque en el fondo siempre esté "la opresión de unos humanos sobre otros humanos". Ahora el objetivo no es conseguir la liberación sexual y la libertad de expresión; ahora el objetivo es liberarnos de "los que manejan los mercados financieros, cambiando a los políticos que le son fieles por otros que sean fieles al pueblo que les elige y les paga". Ahora el objetivo quizá sea un mínimo de dignidad para todos. Pero de eso hablaremos cuando abordemos los objetivos, hoy el asunto era la base filosófica, o por lo menos entender que ha de haber una.
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