Hace unos días recogíamos uno de los primeros post de este blog que se centraba en los métodos que en un futuro no lejano (el post es de 2005...) podrían ser utilizados para cercenar "quirúrgicamente" lo que para entonces quedase de la libertad de expresión. En aquel artículo se recogían párrafos enteros de la novela de Aldous Huxley a la que en castellano se le puso por título "Un mundo feliz". Comenzaba así:
"Un Estado totalitario realmente eficaz sera aquel en el cual los jefes políticos todopoderosos y su ejército de colaboradores pudieran gobernar una población de esclavos sobre los cuales no fuese necesario ejercer coerción alguna por cuanto amarían su servidumbre. Inducirles a amarla es la tarea asignada en los actuales estados totalitarios a los ministerios de propaganda, los directores de los periódicos y los maestros de escuela. Pero sus métodos todavía son toscos y acientíficos (...) Los mayores triunfos de la propaganda se han logrado, no haciendo algo, sino impidiendo que ese algo se haga. Grande es la verdad, pero más grande todavía, desde un punto de vista práctico, el silencio sobre la verdad".
Ahora, muchos creemos que ese futuro ya está aquí. Que aquello que fue denominado "distopía" puede estar haciéndose realidad y quizá debamos revisar otras novelas distópicas como "Fahrenheit 451", del escritor estadounidense Ray Bradbury, muy conocido por su obra "Crónicas marcianas"; o incluso obras no consideradas tan formalmente distópicas como la novela de Paul Auster, "El País de las últimas cosas". Un libro que trata de la miseria, de los extremos a los que puede llegar un hombre cuando lo único que le espera es sobrevivir o pudrirse. Pero, para esta última vivencia aún falta mucho o eso esperamos. Algo que si tenemos claro es que Huxley había leído a Niccolo Macchiavelli al contrario que la mayoría de los actuales gobernantes y comerciantes, que parecen haber leído sólo aquello de "el fin justifica los medios", algo que Maquiavelo nunca dijo; aunque muchos extrajeran esa conclusión de sus textos. No tienen en cuenta que la vida pública de Maquiavelo estuvo enmarcada en sucesos surgidos por la ambición del papa Alejandro VI (El valenciano Rodrigo Borgia...) y de su hijo, César Borgia (nombrado arzobispo de Valencia a los 16 años¡!), el duque Valentino; ambos personajes ocupan un gran "El príncipe". Maquiavelo no vacila en citar las acciones del duque en beneficio de los usurpadores que quieren quedarse con los estados que conquistan; de hecho, Maquiavelo no encuentra mejores preceptos que enseñar que los patrones de conducta de César Borgia;el duque es señalado en El Príncipe como el tipo de hombre que crece con la fortuna de otros, y cae de la misma manera; quien toma el rumbo que podría esperarse de cualquier hombre prudente, excepto el curso que lo salvará; quien está preparado para todas las eventualidades, excepto para la que finalmente llega; y quien, cuando sus habilidades le son insuficientes para solucionar un problema, exclama que no ha sido su culpa, sino la de una extraordinaria e imprevista fatalidad.
Tampoco tienen en cuenta que el propio Maquiavelo en una carta a Francesco Guicciardini, en mayo de 1521, escribe: "desde hace un tiempo a esta parte, yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla”. Y, está claro que en los días que vivimos, no existen las ciudades república y los funcionarios con las capacidades del florentino, son más bien escasos. Aún sin tener en cuenta la pericia literaria.
También es seguro que muchos de nuestros políticos han leído (por aquello de que la mayoría estudiaron derecho) una de las obras más famosas de Montesquieu (Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu): "El espíritu de las leyes", ese tratado en el que se habla de del modelo político inglés –tomado, a su vez, de los germanos- de separación de poderes y monarquía constitucional, al cual considera el mejor en su tipo como garantía contra el despotismo. Según el autor ilustrado, el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial no deben concentrarse en las mismas manos. Esa es una teoría de contrapesos, donde un poder equilibra al otro. Quizá sea el momento de decir que aunque la Iglesia Católica prohibió "El espíritu de las leyes" – junto con muchos de los escritos de Montesquieu – en 1751 y lo incluyó en el Index Librorum Prohibitorum (Índice de libros prohibidos). Recibió los mayores elogios del resto de Europa, especialmente de Gran Bretaña.
Ya nos gustaría a nos estar en ese Index Librorum Prohibitorum; en compañía de todos los autores que figuran en ese índice (no dejéis de leerlo). Seguramente en su inclusión tuvo que ver la filosofía de Montesquieu en el sentido que "debe establecerse un gobierno de forma tal que ningún hombre tenga miedo de otro" que fue un recordatorio para James Madison (considerado el padre de la Constitución de los Estados Unidos, que trabajó en la formación del primer gobierno junto a George Washington y más tarde también con Thomas Jefferson, al que sucedería en la presidencia de los EEUU) entre otros como un cimiento libre y estable para su nuevo gobierno nacional que requería de poderes separados claramente definidos y balanceados. Sin embargo, los políticos y comerciantes de hoy, parecen aplicar las enseñanzas de estos grandes maestros sólo para su propio beneficio. Utilizan a Maquiavelo par "justificar los medios opresivos que utilizan", se apoyan en las excusas de Cesar Borgia "a la hora de no querer hacerse responsables de nada de lo que está ocurriendo".
Parece que los culpables de la última gran crisis son los bancos, los ciudadanos y los mercados (por ese orden). Por lo visto ellos no tienen nada que ver en el desastroso resultado del libre albedrío económico que ha terminado en este crack y, desde luego, no parecen saber como salir del fango. También utilizan los textos del florentino para gobernar a través del miedo, como declaraba hoy mismo, a los 95 años de edad el economista y sin embargo humanista José Luis Sampedro. Es por esto del libre albedrío económico (la única libertad que parece posible en Internet sin tener que luchar por ella); por lo que hemos escrito este largo recordatorio a un quinteto de pensadores que escribieron sobre los poderes y la libertad... Y es que además de los tres poderes antiguos, ahora hay un cuarto poder. Ayer encontrábamos este pequeño reportaje dedicado a ese nuevo libre albedrío que propone Twitter: "di lo que quieras pero si me incomoda se censurará según conveniencia local". Los Social Media han muerto ¡viva el nuevo libre albedrío! (el post no tiene desperdicio). O lo que es lo mismo: "esta creciente corporativización y privatización de Internet lleva camino de hacer de Internet un centro comercial por dónde pasear absortos en publicidad disfrazada de conversaciones o, peor aún, reducir Internet a un medio tan absurdo como los mass media y sus canales para la propaganda ideológica y las relaciones públicas de los grupos de poder". Parece que ha llegado el momento de plantear la necesidad de una nueva etapa crítico reflexiva en Internet más allá de tecnoutopismo y del excepcionalismo, porque toda utopía tiene su distopía y toda tecnología lleva de manera inevitable su accidente, como afirma Paul Virilio: "Otros futuros de Internet son posibles aunque se esté consiguiendo limitarlos".
Gene Sharp, en su libro: "La política de la acción no violenta" y sobre todo en el manual "De la Dictadura a la Democracia 198 tácticas para iniciar una revolución con métodos no violentos" (traducido a más de 30 idiomas), nos enseña que:
"el poder no es monolítico; eso significa que no deriva de una cualidad intrínseca de aquellos individuos que están en el poder. Para Sharp, el poder político, el poder de cualquier estado -independientemente de su organización estructural interna- deriva de los individuos del estado. Su creencia fundamental es que toda estructura de poder se basa en la obediencia de los sujetos a las órdenes de los dirigentes. De esa forma, si el sujeto no obedece, los líderes no tienen poder".
Ayer, la cadena pública RTVE en su programa "Documentos TV", uno de los pocos informativos que aún mantienen su credibilidad en España; emitió el documental: "Como empezar una revolución", en el que se documenta y se analiza la influencia de las ideas de Gene Sharp y su manual en todos los movimientos revolucionarios pacíficos que han tenido lugar desde la primavera de 2011. También se habla de otros movimientos muy anteriores como el de Birmania. Durante esta semana RTVE mantendrá online este programa en su página web. Enlazamos ese sitio mientras consultamos y/o obtenemos autorización para incrustar el vídeo directamente en este blog o conseguimos un enlace más duradero. También esta disponible en Youtube.
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